El Miércoles de Ceniza desde otra perspectiva
2/18/2015
¡Feliz Miércoles de Ceniza! La palabra “feliz” puede sonar raro, sobre todo al comienzo del tiempo de la Cuaresma cuando los creyentes “de la luz” tienden a ser pesimistas; cuando los católicos y los cristianos reflexionan sobre el significado del pecado en sus vidas; cuando se encuentra la necesidad de reparación. En un momento en que las iglesias se vacían y sus miembros van disminuyendo, es increíble la atracción que tiene el Miércoles de Ceniza: las iglesias están llenas. Algunos ministros incluso llegan a dar las cenizas en las esquinas de las calles y en los centros comerciales. Algo muy profundo en la psique humana se toca con el Miércoles de Ceniza. Tal vez tiene algo que ver con el inconsciente colectivo que se remonta en el tiempo cuando el hombre primitivo vivía en cuevas y se apiñaban alrededor de una fogata para protegerse contra los tigres de dientes afilados en forma de sable. (Recuerda: los seres humanos no vivían en el “parque jurásico”, un lugar con aves rapaces y el gran T-Rex que fueron “convertidos en cenizas” por un meteoro de bola de fuego que azotó la Península de Yucatán, a mil millas de El Paso, Texas, y 58 millones de años antes de la aparición del hombre homo erectus). Las cenizas tienen algo que ver en lo profundo de la memoria, algo así como una “invitación” a hacer algo con este gesto ritual.
Los ritos pueden estar vacíos de significado. Hacemos ciertas cosas pero no sabemos por qué las hacemos. Es como comprar provisiones en una tienda de alimentos y no saber el origen del producto. Por lo general, los niños saben que los huevos vienen de una gallina, el tocino proviene de un cerdo y las anchoas del mar. Podemos ir aun más allá de nuestra indagación y reflexionar que muchos productos no surgen de la naturaleza sino de un laboratorio: un producto genéticamente modificado con colorantes alimenticios y otros tipos de conservadores que hacen que el producto luzca atractivo para su compra y beneficio. Si seguimos con nuestra costumbre de hacer preguntas en el supermercado local, podemos encontrar que hay algo más que está al acecho por debajo de los motivos del afán de lucro. La ética podría cuestionar y dar nuevos significados a los mecanismos para generar las ganancias. El decidido motivo de lucro es equivalente a pasear al tigre de dientes afilados en forma de sable en el pasillo de carnes orgánicas frescas; ¡un tigre que no tiene nada que ver con un lindo gatito!
El sentido es lo que da a nuestros rituales el “fuego”. Los rituales existen para hacer las conexiones, las relaciones, las prácticas y las decisiones. Los rituales integran nuestras vidas con lo Sagrado. Si el ritual carece de sentido, entonces hay una tendencia hacia lo mágico y la superstición: sea que nos sentemos ante el Santísimo Sacramento, o tengamos la marca de las cenizas en nuestras frentes, o pronunciemos el Rosario porque “algo mágico” es lo que va a ocurrir. O bien, si realizamos la acción del ritual, podríamos pensar que eso actuará como una especie de depósito en el banco espiritual para las necesidades futuras. Muchos de nuestros rituales se han vaciado de sentido debido a la pérdida de la conexión entre los símbolos con las experiencias ordinarias. La Cruz es un ejemplo. Así también lo es la práctica del ayuno.
No obstante, el Miércoles de Ceniza es un buen punto de partida para vigorizar nuestros rituales con nuevo sentido de significado y prácticas vitales para nuestras vidas. Es nuestro derecho el hacer preguntas sobre nuestros rituales y símbolos.
Hagamos la pregunta “¿Por qué?”. Cuando hacemos preguntas, se producen nuevas conexiones, y las nuevas conexiones dan luz a nuevos sentidos y nuevas prácticas en las dimensiones cotidianas de cada día. Tenemos antecedentes para examinar nuestras prácticas espirituales: Jesús habla de los antiguos y los nuevos tesoros (Mt 13, 51-52); Agustín de Hipona es famoso por la expresión “siempre antigua y siempre nueva”; el Papa Juan XXIII abrió el Concilio Vaticano II cuyo propósito es que “el depósito de la fe es el mismo, pero la forma en que se expresa, es diferente”; y Lonergan toma como su lema lo que dijo León XIII -vetera novis augere et perficere- (para añadir y perfeccionar a lo antiguo por medio de lo nuevo) (Insight, xvi). Estamos con buena compañía cuando hacemos preguntas acerca de las cosas que más importan.
Esta introducción a la Cuaresma es más de lo que he previsto. Así pues, voy a simplificar y dejar en este blog algunos puntos de reflexión.
¿Qué nuevo sentido podemos dar al Miércoles de Ceniza? Para mí, las cenizas significan que hubo un fuego, que el fuego cesó ardiendo, se enfrió, y murió. Las cenizas representan una especie de “muerte” de una fuente de energía. O, ¿esta “muerte” es una especie de fase de transición, una transformación, una “transubstanciación” de elementos primarios? Sea lo que sea, algo sucedió. Me gusta pensar que el Miércoles de Ceniza es el inicio de una historia de novedad y cambio. El Miércoles de Ceniza es como el prólogo de un libro que “invita” al lector a realizar una exploración más profunda de sí mismo, de qué es lo que trata el relato. A todos nos gusta alguna historia. Esta historia es sobre todos.
La página de inicio comienza con cenizas en la frente. Este elemento de transición está marcado en nuestras mentes, nuestros cerebros, en donde los pensamientos, las imágenes, los sentimientos emergen y se procesan. La frente es la puerta de acceso a la vida interior, al santuario del pensamiento, de la intuición, del conocimiento y la sabiduría; el espacio sagrado, santuario de la conciencia, un lugar para el encuentro, la gran historia. El Miércoles de Ceniza es una invitación para ver el lado humano como lo distinto de todas las otras formas de vida: la especie que refleja así misma el hecho de lo que está reflejando. El ser humano es la evolución que se encamina a la realización de lo que está evolucionando. El ser humano tiene la capacidad de ser “inteligente”, de pensar y moverse por el asombro y la admiración. Tal maravilla invita al ser humano a cuestionarse en profundidad -¿por qué?-. En ese cuestionamiento, un “Tú” cruza el campo de la conciencia, comparado a un ciervo que corre en el bosque. En un instante está aquí, y luego desaparece. Se ha ido. Me quedé con el recuerdo en la memoria. “¿Qué vi?”, “¿Fue real?”. “No, eso fue un producto de mi imaginación; no confío en ello”. Por tanto, es el principio de pecado.
El Miércoles de Ceniza nos recuerda que en algún lugar del camino, ponemos los frenos a la evolución. Dejamos de pensar y de maravillarnos. No somos inteligentes. La violencia existe porque los seres humanos no sabemos cómo pensar. La Cuaresma puede ser una invitación para pensar acerca del pensamiento, la comprensión y las intuiciones-ideas. La Cuaresma nos ayuda a ver los prejuicios, las preconcepciones y la miopía como bloqueos del pensamiento, de la comprensión, y las intuiciones. Estos bloqueos que Lonergan llama “vuelo de entendimiento” (-yo lo llamo pecado-), afectan a toda la comunidad o a la trama social en la sociedad. Las decisiones tomadas con claridad de pensamiento tienen consecuencias, y así también, lo que se piensa de manera confusa y centrada en uno mismo tiene consecuencias; se construye la comunidad y los otros la disminuyen.
Así que, la Cuaresma es un tiempo para comenzar a hacer preguntas. Una vez más, Lonergan puede ayudarnos con lo que escribió en las primeras páginas de su obra maestra Insight:
Al menos, podemos hacer un comienzo al preguntarnos qué es precisamente entender; cuáles son las dinámicas del flujo de la conciencia que favorecen la intuición, las ideas; cuáles son las interferencias que favorecen la omisión; finalmente, qué hacen las respuestas a tales preguntas que impliquen o indiquen la orientación del pensamiento y la acción humana (p. 9; véase la p. 14).
Durante este tiempo sagrado del año, vamos a concentrarnos no tanto en nuestros pecados personales, sino en la onda expansiva de los pecados de los demás en toda la comunidad, incluida la comunidad de formas de vida no humana. La onda expansiva tiene su origen en nuestras decisiones, y nuestras decisiones surgen del cómo pensamos, o no pensamos. Tales efectos paralizan el total, lo opuesto a la noción de san Pablo sobre el cuerpo vivo de Cristo (1 Cor 12,12s). Una vez que obtengamos la intuición o idea vital dentro de nuestro propio razonamiento y juicio, entonces podemos decir que esas cenizas que llevamos son brasas ardientes en el interior de uno mismo.
Es por esto que el rito del Miércoles de Ceniza es causa para regocijarse. Esta es nuestra historia.
2/18/2015
¡Feliz Miércoles de Ceniza! La palabra “feliz” puede sonar raro, sobre todo al comienzo del tiempo de la Cuaresma cuando los creyentes “de la luz” tienden a ser pesimistas; cuando los católicos y los cristianos reflexionan sobre el significado del pecado en sus vidas; cuando se encuentra la necesidad de reparación. En un momento en que las iglesias se vacían y sus miembros van disminuyendo, es increíble la atracción que tiene el Miércoles de Ceniza: las iglesias están llenas. Algunos ministros incluso llegan a dar las cenizas en las esquinas de las calles y en los centros comerciales. Algo muy profundo en la psique humana se toca con el Miércoles de Ceniza. Tal vez tiene algo que ver con el inconsciente colectivo que se remonta en el tiempo cuando el hombre primitivo vivía en cuevas y se apiñaban alrededor de una fogata para protegerse contra los tigres de dientes afilados en forma de sable. (Recuerda: los seres humanos no vivían en el “parque jurásico”, un lugar con aves rapaces y el gran T-Rex que fueron “convertidos en cenizas” por un meteoro de bola de fuego que azotó la Península de Yucatán, a mil millas de El Paso, Texas, y 58 millones de años antes de la aparición del hombre homo erectus). Las cenizas tienen algo que ver en lo profundo de la memoria, algo así como una “invitación” a hacer algo con este gesto ritual.
Los ritos pueden estar vacíos de significado. Hacemos ciertas cosas pero no sabemos por qué las hacemos. Es como comprar provisiones en una tienda de alimentos y no saber el origen del producto. Por lo general, los niños saben que los huevos vienen de una gallina, el tocino proviene de un cerdo y las anchoas del mar. Podemos ir aun más allá de nuestra indagación y reflexionar que muchos productos no surgen de la naturaleza sino de un laboratorio: un producto genéticamente modificado con colorantes alimenticios y otros tipos de conservadores que hacen que el producto luzca atractivo para su compra y beneficio. Si seguimos con nuestra costumbre de hacer preguntas en el supermercado local, podemos encontrar que hay algo más que está al acecho por debajo de los motivos del afán de lucro. La ética podría cuestionar y dar nuevos significados a los mecanismos para generar las ganancias. El decidido motivo de lucro es equivalente a pasear al tigre de dientes afilados en forma de sable en el pasillo de carnes orgánicas frescas; ¡un tigre que no tiene nada que ver con un lindo gatito!
El sentido es lo que da a nuestros rituales el “fuego”. Los rituales existen para hacer las conexiones, las relaciones, las prácticas y las decisiones. Los rituales integran nuestras vidas con lo Sagrado. Si el ritual carece de sentido, entonces hay una tendencia hacia lo mágico y la superstición: sea que nos sentemos ante el Santísimo Sacramento, o tengamos la marca de las cenizas en nuestras frentes, o pronunciemos el Rosario porque “algo mágico” es lo que va a ocurrir. O bien, si realizamos la acción del ritual, podríamos pensar que eso actuará como una especie de depósito en el banco espiritual para las necesidades futuras. Muchos de nuestros rituales se han vaciado de sentido debido a la pérdida de la conexión entre los símbolos con las experiencias ordinarias. La Cruz es un ejemplo. Así también lo es la práctica del ayuno.
No obstante, el Miércoles de Ceniza es un buen punto de partida para vigorizar nuestros rituales con nuevo sentido de significado y prácticas vitales para nuestras vidas. Es nuestro derecho el hacer preguntas sobre nuestros rituales y símbolos.
Hagamos la pregunta “¿Por qué?”. Cuando hacemos preguntas, se producen nuevas conexiones, y las nuevas conexiones dan luz a nuevos sentidos y nuevas prácticas en las dimensiones cotidianas de cada día. Tenemos antecedentes para examinar nuestras prácticas espirituales: Jesús habla de los antiguos y los nuevos tesoros (Mt 13, 51-52); Agustín de Hipona es famoso por la expresión “siempre antigua y siempre nueva”; el Papa Juan XXIII abrió el Concilio Vaticano II cuyo propósito es que “el depósito de la fe es el mismo, pero la forma en que se expresa, es diferente”; y Lonergan toma como su lema lo que dijo León XIII -vetera novis augere et perficere- (para añadir y perfeccionar a lo antiguo por medio de lo nuevo) (Insight, xvi). Estamos con buena compañía cuando hacemos preguntas acerca de las cosas que más importan.
Esta introducción a la Cuaresma es más de lo que he previsto. Así pues, voy a simplificar y dejar en este blog algunos puntos de reflexión.
¿Qué nuevo sentido podemos dar al Miércoles de Ceniza? Para mí, las cenizas significan que hubo un fuego, que el fuego cesó ardiendo, se enfrió, y murió. Las cenizas representan una especie de “muerte” de una fuente de energía. O, ¿esta “muerte” es una especie de fase de transición, una transformación, una “transubstanciación” de elementos primarios? Sea lo que sea, algo sucedió. Me gusta pensar que el Miércoles de Ceniza es el inicio de una historia de novedad y cambio. El Miércoles de Ceniza es como el prólogo de un libro que “invita” al lector a realizar una exploración más profunda de sí mismo, de qué es lo que trata el relato. A todos nos gusta alguna historia. Esta historia es sobre todos.
La página de inicio comienza con cenizas en la frente. Este elemento de transición está marcado en nuestras mentes, nuestros cerebros, en donde los pensamientos, las imágenes, los sentimientos emergen y se procesan. La frente es la puerta de acceso a la vida interior, al santuario del pensamiento, de la intuición, del conocimiento y la sabiduría; el espacio sagrado, santuario de la conciencia, un lugar para el encuentro, la gran historia. El Miércoles de Ceniza es una invitación para ver el lado humano como lo distinto de todas las otras formas de vida: la especie que refleja así misma el hecho de lo que está reflejando. El ser humano es la evolución que se encamina a la realización de lo que está evolucionando. El ser humano tiene la capacidad de ser “inteligente”, de pensar y moverse por el asombro y la admiración. Tal maravilla invita al ser humano a cuestionarse en profundidad -¿por qué?-. En ese cuestionamiento, un “Tú” cruza el campo de la conciencia, comparado a un ciervo que corre en el bosque. En un instante está aquí, y luego desaparece. Se ha ido. Me quedé con el recuerdo en la memoria. “¿Qué vi?”, “¿Fue real?”. “No, eso fue un producto de mi imaginación; no confío en ello”. Por tanto, es el principio de pecado.
El Miércoles de Ceniza nos recuerda que en algún lugar del camino, ponemos los frenos a la evolución. Dejamos de pensar y de maravillarnos. No somos inteligentes. La violencia existe porque los seres humanos no sabemos cómo pensar. La Cuaresma puede ser una invitación para pensar acerca del pensamiento, la comprensión y las intuiciones-ideas. La Cuaresma nos ayuda a ver los prejuicios, las preconcepciones y la miopía como bloqueos del pensamiento, de la comprensión, y las intuiciones. Estos bloqueos que Lonergan llama “vuelo de entendimiento” (-yo lo llamo pecado-), afectan a toda la comunidad o a la trama social en la sociedad. Las decisiones tomadas con claridad de pensamiento tienen consecuencias, y así también, lo que se piensa de manera confusa y centrada en uno mismo tiene consecuencias; se construye la comunidad y los otros la disminuyen.
Así que, la Cuaresma es un tiempo para comenzar a hacer preguntas. Una vez más, Lonergan puede ayudarnos con lo que escribió en las primeras páginas de su obra maestra Insight:
Al menos, podemos hacer un comienzo al preguntarnos qué es precisamente entender; cuáles son las dinámicas del flujo de la conciencia que favorecen la intuición, las ideas; cuáles son las interferencias que favorecen la omisión; finalmente, qué hacen las respuestas a tales preguntas que impliquen o indiquen la orientación del pensamiento y la acción humana (p. 9; véase la p. 14).
Durante este tiempo sagrado del año, vamos a concentrarnos no tanto en nuestros pecados personales, sino en la onda expansiva de los pecados de los demás en toda la comunidad, incluida la comunidad de formas de vida no humana. La onda expansiva tiene su origen en nuestras decisiones, y nuestras decisiones surgen del cómo pensamos, o no pensamos. Tales efectos paralizan el total, lo opuesto a la noción de san Pablo sobre el cuerpo vivo de Cristo (1 Cor 12,12s). Una vez que obtengamos la intuición o idea vital dentro de nuestro propio razonamiento y juicio, entonces podemos decir que esas cenizas que llevamos son brasas ardientes en el interior de uno mismo.
Es por esto que el rito del Miércoles de Ceniza es causa para regocijarse. Esta es nuestra historia.